viernes, 6 de julio de 2007

La humanidad y los interventores después del Edén(2ª Parte)

Al poco tiempo del abandono y del olvido al que fue sumido el planeta, llegaron naves a nuestro habitat declarándolo tierra de nadie, lo cual les permitiría extraer una variedad de metales, entre ellos oro. Pero el oro de la tierra no era de la calidad y refinamiento que se necesitaba para crear 12 discos a manera de espejos metálicos, de un oro casi traslúcido que conectados entre sí, y a través de un treceavo más grande y que los ensamblara a todos, debían ser ubicados en puntos estratégicos para que pudieran plasmar un rumbo de conexión con la puerta cósmica de regreso al Real Tiempo del Universo, y facilitar el ingreso de una energía portadora capaz de abrir puertas entre las dimensiones.

Para la confección de dichos discos se requirió de la combinación de varios metales, siete para ser precisos, en un proceso alquímico. Pero no era suficiente la mera aleación de los metales; se requería que en su fabricación intervinieran la combinación de voces y sonidos, mentes y corazones del planeta y de éste tiempo alternativo.
Al ingresar a través de pliegues cósmicos en un Tiempo Alternativo, que se creaba en la medida en que se entraba en él, los interventores del Plan Cósmico centraron su atención sobre ocho planetas de categoría UR, limitando el área de experimentación a cuatro galaxias escogidas de un grupo local. Al ingresar iban dejando atrás una puerta que rápidamente abrió otras, llegando a ser siete en el cosmos y no menos de doce en la tierra, confundiéndolos y arriesgándolos a perderse en el caso de escoger el portal equivocado. Porque solo una es la correcta para volver a su tiempo y momento.

Cada uno de los trece discos ha impedido por un tiempo que se abran más portales. Pero con la cercanía al Giro del Tiempo , y la activación de los centros, los discos están dando paso a aperturas mayores hasta que todo el planeta sea absorbido por un solo mega portal.

Las siete puertas
Los Veinticuatro Ancianos de la Galaxia y los Nueve de Andrómeda, que son el gobierno de nuestra Galaxia y del conjunto o Grupo Local, sabían lo que significaba enviar a los experimentadores a esta otra realidad, y a propósito lo previeron para que quienes llegaran a los planetas de intervención no pudieran echarse atrás, impidiéndoseles volver de inmediato sin completar su tarea, y obligándoles así a que tuvieran el debido interés de que el proyecto alcanzara el éxito. Por ello los Sembradores, los Guardianes y Vigilantes, y los Instructores –seres de 4,4, con cuerpos de cuarta dimensión, consistentes pero a la vez ligeramente más luminosos que los nuestros, y con una cuarta dimensión de conciencia– pagaron el precio del ingreso, con un trauma de olvido parcial, que llamaríamos desorientación.
Los Mayores y Mentores que son de 6,6 no tienen corporeidad física, y se proyectan al Tiempo Alternativo, pero no están en él.

Las siete puertas son como los siete sellos, para ubicar a la puerta correcta había que usar a la humanidad o dejarse guiar por ella de regreso a casa, acompañando su despertar. Pero esto vendrían a entenderlo mucho tiempo después los interventores.
Originalmente no se usó a los seres humanos de la tierra para el trabajo de las minas, pero posteriormente algunos grupos humanos primitivos, y posteriormente los conocidos como Neandertales, fueron empleados, o más bien diríamos esclavizados para esas funciones, sin ningún remordimiento.

Paralelamente a todo esto, la humanidad en contacto con lo intraterrestre y con los elementales, avanzó de una manera desordenada, conectando fácilmente con distintas esferas y planos. Desde hace unos 80,000 años la raza negra originaria del planeta, llamada Lemuriana y la mejor adaptada a la Tierra, empezó a refinarse y destacar, siendo capaz rápidamente de construir una escalera al cielo, físicamente a través de una civilización con cultura propia, mentalmente con un entendimiento de las cosas y espiritualmente con la percepción de la existencia de los universos paralelos, planos y dimensiones .
En aquel entonces los humanos se conocían a si mismos, y se entendían entre ellos mentalmente como en un solo idioma. También se comunicaban usando el lenguaje de las aves, e imitando sus cantos y sonidos a manera de silbidos. Todo esto, aunado al final de un ciclo cósmico de casi 26,000 años que creaba las condiciones ideales para hacer la sincronización de los tiempos, puso en alerta a quienes dirigían el Plan Cósmico.

Se había logrado el avance de la humanidad en un tiempo sin tiempo; al margen de la observación, supervisión, control y guía de los interventores, y todo ello era inaceptable. El proyecto había sido dispuesto para que fuese una enseñanza y significara un aprendizaje para los extraterrestres, y no podía o debía resultar exitoso sin la presencia, seguimiento y observación cercana de los interventores. Además, porque se corría el riesgo que sólo la humanidad de la Tierra diera el salto y se quedaran los extraterrestres atrapados en aquella otra realidad . En tal sentido hubiéramos pasado nosotros, pero no ellos. Por tanto se decidió bloquear la posibilidad de lograr un éxito inmediato, haciéndole olvidar al ser humano el conocimiento y recuerdo de sus facultades, produciendo en él un terrible adormecimiento y retroceso. La clave para recordar estaría en el nombre secreto de cada uno, también conocido como Nombre Cósmico, que funcionaría como una llave personal e intransferible.

El siguiente paso fue retomar la Tierra como parte activa del proyecto, porque de los otros siete planetas escogidos tres se destruyeron totalmente, y cuatro se estancaron por el exceso de cuidados y dependencias. El único planeta en el cual los experimentadores habían perdido el control sobre el experimento, y las posibilidades estaban dadas para lograr un buen resultado, era la Tierra.