sábado, 25 de agosto de 2007

Desde la granja terrestre

Nuestro trabajo, como seres comprometidos con la renovación, es multidisciplinar. Se exige, pues, capacidad para encarar la experiencia de vida desde una perspectiva panorámica que abarque tanto el aspecto material, como el abstracto e intangible terreno de lo metafísico. El enfoque armónico en ambos espacios es imprescindible. Justicia en el proceder físico, comprensión desde la perspectiva energética: defensa de la inocencia (y la Vida de la que forma parte), constante ampliación de los niveles de conciencia en los que se levanta la ley de la evolución espiritual. Que la Luz triunfe; que la prisión acabe ya.

Esta prisión que llamamos 'realidad' es densa, muy densa y confusa. Bien sea porque elegimos experimentarla voluntariamente, bien como consecuencia de la acción encubierta de ciertos 'depredadores cósmicos' que dotan al ser humano de su propia corrompida mente, lo cierto es que se hace necesaria una reacción independiente, consciente, constante, encaminada a la liberación energética.

Se trata de romper con las viejas reglas que rigen nuestros individuales mundos, ejecutando en nuestra psique las coordenadas que conduzcan a un paradigma cada vez menos opresivo. Un paradigma que es nuestra máxima referencia del hogar primero que espera el inminente retorno de nuestra energía liberada: el hijo pródigo (que desperdicia sus energías en gastos inútiles). El que, desconociendo su origen primero, vive desterrado de su propia naturaleza, sirviendo a los amos de la granja, cuidando de sus cerdos.

Hasta ese esperado regreso, como el resto de habitantes de esta dimensión, habremos vivido bajo un sistema de control multifacético (esencia de su efectividad), sustentador de la ignorancia que, en efecto, nos convierte en alimento energético de otras entidades. Consiguientemente, se precisa voluntad para identificar las fuentes que influyen sobre nuestra psique e inspiran la actitud frente a la vida que más conviene a esos entes opresores.