
Las primeras señales concretas de la crisis estructural (con recesión) ya se empiezan a verificar en los datos en rojo de la economía real estadounidense. La crisis del crédito (emergente de la crisis financiera) combinada con los altos precios de los alimentos y la energía (a pesar de la baja del petróleo y las commodities) precipita un proceso de desaceleración económica combinado con una baja del consumo y aumento creciente del índice de desocupación. De esta manera, el tan temido "impacto social" de la crisis comienza a hacerse presente en la primera economía imperial.