lunes, 27 de agosto de 2007

La Comedia de la Vida

El primer infierno que el hombre atraviesa cuando abandona este mundo, consiste en que deja todas sus posesiones. Por lo tanto, se va pobre de este mundo.

El segundo infierno que el hombre atraviesa, consiste en que se ve obligado a considerar las buenas obras que pudo haber hecho y no hizo. Por lo tanto, se va lleno de deudas.


El tercer infierno que el hombre atraviesa, consiste en que toma conciencia del amor que no brindó, principalmente a sus seres queridos. Por lo tanto, se va lleno de remordimientos y deudas morales que intentará reparar lo más pronto posible.

Esto último será lo que más pronto lo haga volver, y buscará y clamará por estar cerca de ellos nuevamente. Y si el destino por alguna razón no lo llegara a autorizar, buscará seres que se los recuerden y los amará hasta lo indecible, hasta que el amor de hoy alcance a los que ayer no pudo amar.

De este modo e indirectamente habrá curado las heridas del pasado.
Recién entonces se sentirá perdonado.

En la cuarta región se hace presente el sentimiento. Primero como reflexión hacia todo lo vivido y luego como el reconocimiento de no haber podido ser feliz.

Recién allí se comprenden las ocultas y esquivas razones que tiene la felicidad.

Este plano tiene la crudeza de las reflexiones pero al mismo tiempo la esperanza y el anhelo de ser feliz.

Este anhelo es el secreto impulso que posee la naturaleza humana, y la felicidad es la primera respuesta a esa consecuencia llamada fidelidad a nuestra más íntima naturaleza.
En la quinta región o Región de la Felicidad, se aprende a reconocer las circunstancias que pudieron habernos hecho felices y a presentir las causas por las cuales no lo fuimos.
En esta región se crea la aptitud hacia la felicidad y la capacidad de convertir hechos inciertos en acontecimientos felices.

La felicidad es el primer encuentro con nuestra real naturaleza. En esta región se forja la ilimitada noción de la felicidad, basada en el simple hecho de ser todo aquello que realmente somos.

En la sexta región reina la transparencia que nos permite ver y comprender más allá de las apariencias.

En esta región se trascienden los condicionamientos y lo impersonal florece con entera naturalidad.

Es la región donde se expresan las causas ocultas de la felicidad, que tanto están presentes en la vida humana como en la realidad de saber que existimos.
La felicidad es el estado natural del ser y en su ausencia acontece la creencia de que tan sólo vivimos y morimos.

Así como el océano no puede verse contenido en ningún recipiente, del mismo modo la Eterna Felicidad no puede limitarse al pequeño criterio de que la vida culmina en la muerte.
En la séptima región encontramos el Poder que nos concede la felicidad.

Poder no solamente para permanecer en ella sino para obrar en el mundo, para conceder esperanzas y ser el refugio de los que sufren.

Sólo los seres felices pueden consolar. Sólo los seres felices pueden inmolarse y renacer de sus propias cenizas. Sólo los seres felices pueden dar testimonio de haber hallado el camino.
Mas la felicidad no debe ser buscada, ella vendrá a nosotros y será ésta la manera de decirle al mundo que hemos retornado al lugar de donde partimos alguna vez.

La felicidad posee este secreto que en sí es la llave del Paraíso Olvidado y en ello consiste el elevado destino de la raza humana.